Ya sois muchos los que me piden algo más largo, ya he empezado a recibir cartas amenazándome y pidiéndome textos mucho más amplios, ¡Escribe una novela o te partiremos las piernas! insultos, gritos, he tenido que mudarme varias veces ante las amenazas de muerte... así que en un acto de valentía absoluta, hoy publico un texto mucho más largo de lo habitual, podría ser el inicio de una novela o quedarse en un cuento corto... ya me diréis que os parece y que queréis que haga con él...
Aquí si que sí espero sugerencias.
Muchas gracias por seguir aguantándome.
LOS RECUERDOS QUE TE HACEN LLORAR SON AQUELLOS
QUE NO VOLVERAN A PASAR
Luis no podía dejar de mirar aquellas fotos, las fotos del último
año de universidad, el año en que se distanció de todos aquellos a los que
consideró hermanos durante cinco años. Y es que ya habían pasado más de treinta
años desde que no veía a Joaquín, Mario, Luisa y Carlota. Tampoco había visto a
Silvia en todo ese tiempo, ahora mirando las fotos, observó sus ojos, esos ojos
que le habían dicho te quiero más de mil veces. Unos ojos negros que le devoraron
durante tres años y que habían estado junto a él durante tres décadas.
Las fotos pasaban lentamente en la pequeña pantalla del portátil, el
bamboleo del tren les daba un pequeño movimiento que les proporcionaba vida, de
este modo pudo volver a ver Luisa bailar con ese movimiento de cintura que
había vuelto loco a Mario, recuerda aquel culo y aquellas tetas de juventud y
aún se pone nervioso. Sigue pasando fotos, jóvenes en ropa interior lanzándose
almohadas, litros de alcohol sobre la mesa, recuerda fumarse aquellos porros
que le pasaba Mario, como añoraba esa marihuana, la de ahora no era igual y eso
bien lo sabe Luis que ayer le encontró una bolsita a su hijo y lógicamente le
castigo, pero horas más tarde ahí estaba, desesperado desempaquetando la pipa
que trajo de Marrakech.
¿Por qué se habían distanciado? Se preguntaba, todo era perfecto,
¿por qué nos fuimos cada uno a una ciudad? ¿Por qué no nos fuimos a vivir todos
juntos como habíamos decidido? Ahora ya solo le quedan recuerdos, recuerdos que
en su mayoría se han convertido en leyendas ya que no recuerda donde acaba la
realidad y donde empieza la fantasía del que lo contaba.
Las fotos siguen corriendo de modo automático, cada cuatro
segundos una nueva foto se planta en su retina para transmitirle nuevos
sentimientos. ¿Como es posible que tenga tan pocas fotos con Silvia? Era
asombroso el parecido que su actual mujer, una jovencita quince años menor,
tenía con aquella chica de ojos negros, y es que desde que Luis acabo la Universidad
y se marcho a Boston había estado buscando a Silvia en todas las mujeres con
las que había estado. Algunas tenían sus ojos, otras sus largas piernas
morenas, otras aquellos pechos en los que había pasado horas hasta conocer cada
uno de los lunares. Pero nunca llego a encontrarla de nuevo. Se había casado
tres veces pero ninguna pudo suplantar a aquella niña que le robo el corazón
hace ya más de treinta años.
Dos pequeñas lagrimas
recorren la envejecida cara de Luis, dos lagrimas que no le impiden mirar a la
joven azafata del tren, que le sonríe pícara, no he perdido mi encanto se dice
Luis, pero seguramente le haya reconocido, hace poco salió en todos los medios
presentando su última novela y desde ese momento unas gran cantidad de busconas
han estado intentando llamar su atención. Pero hoy no, hoy no utilizará sus
encantos ni sus dotes de seducción, hoy es un día para Silvia, Silvia y él y lo
que pudo haber sido y no fue.
Y sino fue solo él tiene la
culpa, solo él le dijo que le estaba cortando las alas, solo él dijo que le
llamaría a la vuelta de EEUU, solo él se olvido de llamarla en cuanto conoció a
la primera Cheerleader, solo él se caso con aquella modelo brasileña de la que
se canso a los veinte días.
El tren esta a punto de
llegar a Salamanca, la ciudad empieza a traerle nuevos recuerdos, la catedral,
la pontificia, tiene ganas de que el tren cese el traqueteo para empezar a
pasearla, para recordarla, pero recordarla a su manera no le importa lo que
haya cambiado o lo que ya no esta, para él siempre será igual. Aunque es
imposible, Luis reza para encontrarse con alguien de los de antes, no de sus
amigos a los que ya sabe que verá, sino de sus compañeros de facultad o
aquellos que terminaban las noches con él sin apenas saber su nombre. Le
gustaría encontrarse con alguna de las chicas sobre las que estuvo, pero quiere
verlos tal y como estaban antes, quiere verse igual, a cada paso que da se da
cuenta de que no, cada reflejo en los escaparates le dice que ya no es aquel
joven de veintidós años que paseaba aquellas calles.
Nada mas llegar a la Plaza
de Anaya se ve a si mismo en la cara de los muchos jóvenes que están sentados
en los jardines, recuerda las tardes de guitarras y litronas, besos y porros,
casi sin darse cuenta se ha sentado sobre la hierba, su traje negro se arruga
sin importarle lo más mínimo, la corbata le aprieta y el calor sofocante que
azota la ciudad le inunda las axilas. Los jóvenes le miran extrañados no
entienden a ese hombre trajeado que se queda extasiado mirando todo lo que pasa
a su alrededor.
Luis llora tristemente por
la perdida de Silvia, como es posible que un cáncer se llevará al amor de su
vida, como puede ser que casi treinta años después la siga amando tanto, ¿era
necesaria su muerte para volver a reunirlos? ¿Por que no pudo volver a verla?,
¿por que no cogió ese avión antes?, ¿por que no la volvió a llamar? El se había
convertido en un hombre de éxito, su ego se acrecentó a lo largo de los años
impidiéndole reconciliarse con su pasado y haciéndole olvidar todo lo que fue,
todas las promesas que hizo y que jamás cumplió.
Se levanta ya es la hora de
ir al cementerio, allí se encontrará a sus viejos amigos, allí vera por última
vez a Silvia encerrada en su cárcel de madera, allí podrá por fin enterrar los
recuerdos que le han acompañado los últimos días.
Un perfecto relato.
ResponderEliminarSigue así pues esto es lo que merece la pena.
Muchas gracias.
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