Comenzamos la semana, un nuevo lunes de Septiembre, comienza el curso, los niños hoy tienen su primer día de escuela. Las universidades comienzan a abrir sus puertas y las novatadas, reencuentros y bienvenidas inundan las ciudades universitarias.
Tengo la suerte de que este fin de semana que he pasado en Madrid he rememorado muchas de las experiencias que creía haber olvidado con el paso del tiempo, una vuelta a la epoca universitaria, tan importante en mi vida, este fin de semana de presentaciones, de puteos, de análisis de los novatos y sobre todo de las novatas. En fin unos días en los que los recuerdos universitarios volvieron a mi cabeza y por ello os dejo un texto que escribí poco después de dejar Salamanca. El género es casi epistolar, ya que en un principio era una carta para mis compañeros de Residencia. También hay que decir que este relato forma parte de un diptico y que el lunes que viene pondré el otro relato.
Espero os guste.
UNIVERSIDAD
La universidad comenzó como todos los juguetes nuevos en las manos de un
niño. Todos nosotros, jóvenes ingenuos jugamos con nuestras vidas, toqueteamos
todos los botones que se nos presentaban y no dejábamos oportunidad de seguir
probando todo lo que se ponía delante de nuestras narices.
Poco a poco fuimos creciendo, nos hicimos amigos y empezamos a compartir
nuestros secretos, nuestros sentimientos y nuestras frustraciones. Más tarde
algunos nos enamoramos, vivimos nuestros romances de juventud, exprimimos el
jugo del amor hasta dejarlo sin nada y de este modo… acabó. Sufrimos juntos los
desamores y gracias a ello nos fuimos uniendo aún más.
Parece que todos crecemos, vamos madurando… dejamos de hablar de la
cantidad de alcohol que podemos beber para empezar a hablar de restaurantes o
de viajes a otros países con la novia.
Ya no nos importa en que bar el calimocho cuesta menos o donde ponen el
mejor tequila de toda la ciudad, ahora hablamos de hipotecas, de ofertas de
trabajo y de la posibilidad de una boda… pero a fin de cuentas ¿tanto hemos
cambiado en tan poco tiempo?, ¿tan mayores nos hemos hecho? ¿Acaso los temas de
los que discutíamos antes han dejado de interesarnos? O es posible que al
hacernos mayores nos volvamos hipócritas y dejemos de hablarlos por parecer
infantiles a los ojos de los demás.
En parte la madurez consiste en eso en dejar atrás todo ese infantilismo
que era propio de nosotros y comenzar a priorizar otros temas que antes no solo
no nos importaban sino que nos parecía que nunca llegarían a interesarnos.
No quiero decir con esto que nos debamos convertir en eternos Peter Panes
y vivir en un mundo alternativo en el que no creceríamos nunca, lo que pido es
algo distinto… creo que no debemos olvidarnos de nuestro YO interior que pese a
que muchos intentemOs acallar sigue estando allí, o mejor dicho aquí dentro de
nuestro corazón y nuestra alma, debemos escucharlo y en ocasiones deberíamos
olvidar todo aquello que la sociedad dictamina como correcto para actuar según
nuestros propios principios que en tantas ocasiones nos han señalado el camino.
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