Bueno soy un jeta, lo se... pero aquí os dejo en una sola entrada y para que os resulte más sencillo todos los capítulos de "Haces de Luz" aquellos que no lo han leído tienen la oportunidad de leerlo de tirón y los que ya lo han leído... pues pueden volver a hacerlo de seguido.
CAP 1
CAP 2
CAP 3
CAP 4
CAP 5
CAP 6
CAP FINAL
jueves, 31 de enero de 2013
miércoles, 30 de enero de 2013
HACES DE LUZ (CAPÍTULO FINAL)
Pues ya hemos llegado al final, ya se que tenía que haberlo publicado esta mañana pero entre el trabajo y demás no he sacado ni un minuto, espero os guste el final que le he dado. Me ha resultado muy dificil acabar esta historia... pero bueno. El viernes publico un poemilla de estos cortos que me gustan a mi y la semana que viene empezamos una nueva historia.
HACES DE LUZ (CAPÍTULO FINAL)
La última noche en la casa llega para los
dos, con pocas palabras sus corazones se han ido acercando, los últimos días
han desayunado juntos e incluso Aurora ha ayudado a su abuelo en las cuestiones
del campo. Sin embargo su abuelo no ha pisado el desván y la niña ha visto
alguna lagrima surcando las arrugas de la cara del anciano.
El sol cae en el pueblo, en otros tiempos
los niños irían a sus casas raudos para cenar, ahora tan solo una suave brisa
recorre las calles del pueblo. Aurora prepara la cena, su abuelo lleva días sin
probar bocado. Aurora sabe que mañana volverá a la ciudad, verá a sus amigas, a
los chicos, recuperará el sonido de un mensaje del whatsapp; pero no esta feliz
ni nerviosa, siente como su estomago se estremece ante la idea de dejar la casa.
La cena transcurre silenciosa, ninguno de los dos habla, ambos se miran y en
los viejos ojos de su abuelo la niña ve algo que no le gusta, no lo sabe
explicar pero le aprieta el corazón y le impide respirar.
Recogen los platos, sus manos se
acarician suavemente sin querer, Aurora no quiere romper a llorar, pero cada
vez que toca los fríos dedos de su abuelo se estremece. Ya es noche cerrada a
través de la ventana, el silencio absoluto del pueblo y la contraventana que
sigue chocando; Aurora se levanta y se dispone a irse a la cama no sin antes acercarse
a su abuelo para darle un beso en la frente, sus labios notan la piel fría de
Aurelio y pese a las arrugas lo nota suave, durante los instantes que dura el
beso siente su vida, la vida del pueblo, siente sus pasiones, siente a su
abuela, siente los últimos compases de una vida que se va.
lunes, 28 de enero de 2013
HACES DE LUZ (SEXTA PARTE)
Penultimo capítulo, lo siento mucho pero la semana pasada no pude publicarlo, pero esta semana ya lo acabamos. Espero os este gustando y lo disfrutéis tanto como yo al escribirlo.
HACES DE LUZ (SEXTA PARTE)
Los días pasan y el silencio es un
habitante más de la casa, Aurelio y Aurora no comparten palabras aunque sus
miradas comienzan a cruzarse. Aurelio sigue reticente a marcharse y no ayuda a
su nieta a empacar. La primera vez que subió al viejo desván Aurora sintió
miedo, tan solo un ventanuco ayudaba a iluminar la habitación, tarda unos
minutos en que sus pupilas se acostumbren a la oscuridad, se oyen las
conversaciones de las vigas y las viejas maderas de la casa, todo cruje ahí
arriba.
La niña observa las viejas fotos color sepia, su abuelo
vestido de militar, su abuela vestida de blanco. Ve fotos de personas que no
conoce, están las fotos del bautizo de su padre y de su tío del que no se debe
hablar. Encuentra cartas y curiosa las lee, son cartas de amor, como es posible
que el viejo cascarrabias pudiera escribir cartas como esas. Poco a poco y sin
hablar comienza a conocerlo, se olvida de que el móvil no funciona y se siente
arropada por las viejas fotos que recoge. Todas las noches coge una vieja carta
amarillenta y la lee antes de dormir.
Al cabo de una semana cuando Aurora baja
a la vieja cocina se encuentra con su abuelo que esta preparando el desayuno,
Aurelio le saluda, frío que con unos ojos que muestran agradecimiento. Le
cuenta que el día de hoy será largo, que tiene que ir a la huerta y hacer gran
cantidad de labores que lleva días sin hacer. La joven Aurora le escucha
atento, la vida que desprenden las palabras de su abuelo le alegran el corazón,
el abuelo habla y habla, en ocasiones se pierde y se repite pero Aurora escucha
atenta. Cuando han terminado Aurelio se marcha y Aurora de nuevo se queda sola
en la casona, pero ya no siente miedo, ya no se siente sola, conoce todos los
ruidos y los recovecos que oculta el lugar y por una vez en mucho tiempo se
siente feliz.
miércoles, 23 de enero de 2013
HACES DE LUZ (5ª PARTE)
Dado el éxito que esta teniendo y que ahora mismo a la historia le queda bastante que contar he decidido alargarla un poquito más, espero os siga gustando. Por otra parte ahora mismo me encuentro escribiendo otro relato que poco tiene que ver con lo que habéis leido de mí... no cuento nada más pero cuando acabe Haces de Luz comenzará sin pausa el nuevo.
Como siempre muchas gracias por leerme.
HACES DE LUZ (5ª PARTE)
Sus padres ya
se han ido no sin antes advertirle que se porte bien y que cuidé de su abuelo,
ella sin ganas y con evidentes muestras de cabreo responde que si a todo y
procura que en sus besos se note su enfado. Y ahí están, los dos sentados en la
gran mesa de la cocina, su abuelo con los ojos aún llorosos y con unas negras
ojeras que se mezclan con las arrugas de su cara. Ambos se miran, ninguno
habla, Aurora coge su móvil, por supuesto esta sin cobertura, 15 días encerrada
en esta casa, 15 días cuidando de un hombre al que no conoce, 15 días guardando
libros y ropas en cajas que permanecerán apiladas en el desván durante años.
Aurelio no
puede mirar a su nieta, le recuerda demasiado a ella, a su Aurora. Cada vez que
sus miradas se cruzan sus ojos se inundan e intenta quitar la vista lo antes
posible. Además ya se ha dado cuenta de que la niña no quiere estar aquí,
desprecia el pueblo y todo lo que en él hay, y que más da que se marche y que me
deje aquí tranquilo, nadie le ha pedido que se quede, piensa el viejo para sí.
-
¿Querrás comer
algo?- pregunta Aurelio aún enfadado con sus pensamientos.
-
No - responde
fríamente la niña sin apenas mirarlo
-
¿Te vas a pasar
15 días sin comer? Bueno haz lo que quieras. Yo tampoco tengo hambre.
El viejo sale de la cocina y se va al
salón, la niña no levanta la cara de su móvil sin cobertura. La noche pasa
lenta en la casona, el frío cubre las lagrimas de los dos, uno llora por la
soledad, por el ser querido que se fue, la otra llora por la incomunicación por
la necesidad de hablar.
El frío impide dormir a Aurora, la manta
no le cubre el cuerpo y debe elegir si dejar la cara al aire o los pies, tiene
miedo, oye la contraventana chocar, una y otra vez. Coge el móvil, sabe que no
funciona pero necesita la pantalla iluminada, escribe mensajes que sabe que no
podrá enviar, le cuenta a sus amigas el día, la noche y lo que pasará mañana,
habla de chicos, de fiestas y de clase y después borra el texto.
La soledad impide dormir a Aurelio, el
otro lado de la cama esta frío, demasiado frío. La almohada aún huele a ella,
él no puede dejar de mirarla, impregnarse de su aroma. Recuerda la mano de
Aurora recorriéndole la cara, se ve a sí mismo besándole la frente. Comienza a
hablar, le cuenta a la almohada lo bien que ha salido todo, lo guapa que esta
su nieta, pero ante todo le dice lo mucho que la echa de menos.
Los haces de luz indican el amanecer, la
noche ha sido larga para los dos ninguno ha dormido.
lunes, 21 de enero de 2013
HACES DE LUZ (CUARTA PARTE)
Bueno comenzamos una nueva semana y continuamos con la historia, creo que acabaremos en dos publicaciones más, espero os siga gustando. Muchas gracias por vuestra atención.
HACES DE LUZ (CUARTA PARTE)
Nadie habla en el interior del coche,
Aurora mira a sus padres, él no ha dejado de llorar en toda la noche. El viaje
hasta el pueblo es largo, hace años que no va, debía de tener siete u ocho años
la última vez que recorrió ese camino. Su Ipod le impide oír lo que dicen sus
padres, no le importa, ahora mismo debería estar en casa de Esther hablando de
chicos, pero no, tiene que ir al estúpido pueblo al funeral de su abuela, a la
que hace nueve años que no veía. Además su padre se ha empeñado en que los
próximos días los pase con el Abuelo.
-
Es injusto no
quiero quedarme 15 días en el pueblo
-
Te vas a quedar,
si o si, has suspendido 5 y además ayudas a tu abuelo a recoger sus cosas para
venirse con nosotros- Dice su madre
-
Pero ¿por qué no
puedo estudiar en casa?
-
Ya lo hemos hablado-
cierra la conversación su padre.
Sus hermanos pequeños no dejan de
incordiar y golpean sus brazos cada poco, ella se enfada y los empuja, Os
queréis estar quietos de una vez, grita su padre, y tu Aurora deja de joder a
tus hermanos y baja la música que te vas a quedar sorda. Aurora baja la mirada
e ignora a su padre, su movil vibra en su bolsillo, otro whatsapp, Jordi quiere
quedar con ella esta noche, mierda, mierda, mierda piensa Aurora y por décima
vez en lo que va de día odia a su padre. Dios es que nadie puede estar peor que
yo piensa la adolescente.
Aurelio mira la cama deshecha, un día
hace desde que su Aurora se marcho y lo dejo solo, su mirada enturbiada por las
lagrimas y las cataratas le impide ver con claridad.
El día es nubloso, caen pequeñas gotas de
lluvia en las cabezas de los asistentes al entierro, Aurelio no puede quitar la
vista de la tumba de su mujer, a su lado Alfonso, su nuera y sus nietos. Su
nieta Aurora también se encuentra allí, hacía años que no la veía, se ha
convertido en una mujercita, pequeña, morena la viva imagen de su abuela.
Poco a poco las
paladas de arena cubren el ataúd, su mujer se ha ido sin despedirse, silenciosa
como siempre, ahora él solo se dispone a pasar los últimos días de su vida,
pero Alfonso se empeña en llevárselo, la pequeña se quedará con él y le ayudará
a recoger todo durante estos días además de hacerle compañía. Desde cuando
Alfonso puede decidir por él, desde cuando ese desagradecido decide lo que Aurelio
hace o deja de hacer, pero ya no tiene fuerzas para discutir y resignado acepta
el plan de su hijo.
jueves, 17 de enero de 2013
HACES DE LUZ (TERCERA PARTE)
Continuamos con el relato, que por lo que se me comenta os esta gustando, como veis este va rápido el único problema es que no se si terminarlo con el próximo capítulo o continuar con la historia... bueno ya veréis como va surgiendo.
Muchas gracias por vuestro apoyo
HACES DE LUZ (TERCERA PARTE)
El día pasa lento en el pueblo, Aurelio
ya ha terminado de dar de comer a los animales y se dispone a coger el viejo
tractor, mira a su pueblo desde la cabina, un pueblo fantasma, no hay ruidos,
no hay niños, no hay nada, tan solo quedan ellos y parece que no por mucho
tiempo. Aurelio también recuerda, el silencio del pueblo ayuda a rememorar,
además no hay mucho que hacer. Aurelio se ve el día de su boda, en la iglesia y
los bautizos y las comuniones, Aurora siempre fue muy creyente, a él nunca le
importo demasiado lo que contaban los curas. Recuerda sus partidas en el bar
con el Herminio y Eustaquio. Recuerda la parada de autobús donde dejo a Ramiro
la última vez que le vio. Orgulloso de que su hijo se hiciera militar, sería un
héroe y llevaría su apellido a lo largo del mundo, pero su hijo cayo pronto y
el corazón de Aurelio sufrió su primer infarto.
El sol cubre los campos de trigo, el pelo
gris de Aurelio resplandece y las pequeñas gotas de sudor realizan carreras a
lo largo de su cara. Aurelio esta sofocado, ya no es joven y el trabajo sigue
siendo duro. Ojala estuvieran mis hijos para ayudarme, piensa el viejo. Pero
no, hace años que se fueron y tan solo quedan sus llamadas y sus postales de UNICEF
por Navidad. Pandilla de ingratos, se enfada Aurelio, pero quien puede
culparles, el pueblo esta muerto y tan solo la vida de Aurora lo mantiene en
pié.
Poco a poco, el sol recorre el cielo y la
oscuridad empieza a ganar la batalla cuando Aurelio vuelve a casa, no ha comido
en todo el día, cada vez tiene menos hambre. Aurora ha preparado un guiso que
Aurelio lucha por comer entero. Aurelio no deja de hablar en todo el rato,
cuenta como ha pasado el día, lo duro que es su trabajo, mezcla los recuerdos
con anécdotas antiguas, Aurora lo mira, se da cuenta de que su discurso es
inconexo, ya no tiene la verborrea de antes, pero sigue siendo su Aurelio, tras
esa capa de arrugas, debajo de esos cabellos canosos aún esta él, incansable,
imaginativo, hermoso, ese Aurelio de sus recuerdos que la sedujo a los
dieciséis y a los setenta y seis la sigue enamorando. Aurelio no cesa de
hablar, ahora vuelve a contar cuando fueron a la casa del tío Eustaquio a robar
una gallina, el teléfono suena, Aurora se sobresalta, hace días que no sonaba.
Es Alfonso, vendrá el martes, para firmar unos papeles, no quiere hablar con
Papa, los tonos suenan al otro lado, Aurora le dice te quiero.
La noche lo cubre todo, Aurelio y Aurora
sentados en la sala, la chimenea apagada, él ya no tiene fuerzas para ir a
cortar leña, la tele desenchufada. Aurelio sigue hablando, Aurora no puede
dejar de pensar en sus hijos, en como lleva meses sin ver a Alfonso, recuerda a
sus nietos, ya deben de estar enormes. Piensa en el momento en que Alfonso les
dijo que se fueran del pueblo, el momento en que estuvieron a punto de venderlo
todo para irse a vivir a una pequeña casita a las afueras de la ciudad, Aurelio
se negó, no podía soportar la idea de abandonar su casa, sus campos, sus
animales y Aurora como siempre aguanto fiel, la negación de Aurelio provocó el
enfado de Alfonso hacia años que no hablaba con su padre y cuando lo hacía
no mostraba el menor cariño. A
ella no le hubiera importado marcharse con su hijo y sus nietos, porque para
ella el pueblo no era algo físico, ella quería estar con los suyos y según se
fueron marchando, el pueblo se fue con ellos. Ahora ya solo quedan los dos, no
hay partidas en el bar, no hay niños que jueguen en las calles, por no haber ya
no hay ni misa los domingos… pero Aurora no puede decir que este triste, la
vida con el viejo que se sienta a su lado es más que suficiente, aunque en
ocasiones le gustaría volver a oír risas, carreras por los pasillos y grandes
discusiones acerca de a quién le toca poner la mesa.
Aurelio se levanta para irse a dormir, se
encuentra cansado, cada vez se acuesta antes pero no puede dormir, se pasa las
noches en vela, dando vueltas a la cama y cuando por fin duerme los haces de
luz vuelven entrar por la ventana. Aurora le sigue, suben lentamente las
escaleras. Ambos se ponen sus ropas de dormir, no llegan a desnudarse del todo,
hace años que no ven el cuerpo del otro, hace años que no hacen el amor, pero
no les hace falta, su amor ya no esta basado en el contacto brutal de las
noches de pasión, su amor esta hecho de pequeños roces de pies en la oscuridad de
la noche, de besos en los parpados, de miradas furtivas sin que el otro se de
cuenta, su amor esta hecho de rutina y cariño.
La noche pasa lenta para Aurelio, escucha
los gruñidos de la casa, los golpes de la contraventana que quedo abierta en la
cocina, las respiraciones de Aurora, lo oye todo y quisiera no oír nada, porque
ya no duerme como antes, cuando era joven daba igual la cama o el suelo el dormía
placidamente ocho, diez, doce horas, ahora daría lo que fuera por dormir más de
dos.
El día llega, Aurelio se despierta, más
dolorido que el día anterior pero mucho menos que el siguiente, empieza de
nuevo el ritual de movimientos, pero hoy no es un día normal, hoy nadie mira a
Aurelio, nadie recuerda el pasado, nadie respira a su lado.
martes, 15 de enero de 2013
HACES DE LUZ (SEGUNDA PARTE)
Continuamos con Aurelio y Aurora, la segunda parte de la historia comenzada ayer, espero os siga gustando.
HACES DE LUZ (SEGUNDA PARTE)
Pero sigamos con lo que nos interesa, nos
habíamos quedado con Aurelio despertando ante la atenta mirada de Aurora,
Aurelio ha conseguido sentarse en la cama, sus viejos músculos ya no le
permiten hacer movimientos bruscos y el solo hecho de levantarse se convierte
en una jornada de gimnasio. Sentado en la cama busca sus pantuflas y tras pisar
el frío suelo de losa en varias ocasiones consigue ponérselas. Antes de
levantarse busca la mirada de Aurora, pero ella se hace la dormida, Aurelio
sonríe para sí, y con gran esfuerzo consigue besarle la frente, aún recuerda la
primera vez que beso aquella frente que no siempre estuvo arrugada. Fue en un
baile, ella era una niña, él ya había terminado el servicio militar, ella reía
con sus amigas mirando a los mozos, él bebía una bota de vino, ella le miró, el
se ruborizo, ella se acerco a buscar algo, él se arriesgo, sesenta años más
tarde Aurelio termina de besarle la frente y comienza a bajar las escaleras del
viejo caserón.
Ahora es Aurora la que comienza a
incorporarse, ella es menuda y su cuerpo es más ágil, sus pequeños pies ya
pisan el suelo, un saltito por la sensación de frío y ya esta de pie, la
camisola blanca le cubre el cuerpo, coge una bata que antaño fue marrón y se
protege del frío de la habitación. Comienza a bajar los escalones de madera,
tan solo la luz de la ventana iluminan la bajada, ¿Cuándo arreglará la
bombilla? Se pregunta. Abajo la vieja cocina, vieja pero con todos los
artilugios que a lo largo de los años le han ido regalando sus hijos, que si el
friegaplatos, el microondas… ella no usa nada de eso, coge una vieja cacerola y
comienza a calentar la leche para el café de Aurelio.
Aurelio lleva un rato sentado, leyendo el
periódico de hace varios días, mientras Aurora procede con su rutina diaria,
hacer tostadas, calentar la leche, poner la mesa. De vez en vez Aurelio levanta
la mirada y la observa absorto,
¿cómo puede tener esa vitalidad?, se pregunta. Ella no para, corre de un
lado al otro de la cocina, cuando no se quema una tostada, se derrama la leche
y cuando la mañana sucede tranquila Aurora se aburre.
Aurelio termina de desayunar, Aurora aún
no se ha sentado, Aurelio no ha parado de hablar del largo día que le espera,
primero recoger las lechugas y los tomates, después dar de comer a los cerdos,
porque alguien tendrá que hacerlo, después coger el tractor. Todos los días
Aurelio le cuenta lo mismo, todos los días las mismas tareas, todos los días
Aurora le escucha sin pestañear.
Aurelio se marcha, la casa se queda muda,
Aurora por fin se sienta y desayuna, en silencio, mira la silla vacía de su
amado, mira las sillas vacías de sus hijos, recuerda aquella misma cocina
muchos años atrás, gritos, peleas, Ramiro siempre chinchando a sus hermanos
pequeños, ¡Ay Ramiro porque se alistaría en el ejercito! Recuerda a sus niños
corriendo alrededor de la mesa, recuerda los cuentos de Aurelio al lado de la
chimenea de la sala, los niños lo escuchaban como si el mismo Dios les hablará
y ella también le escuchaba así. También recuerda el momento en que Ramiro se
fue para no volver nunca, el día de la despedida, no ha llorado nunca tanto
como el día en que él se fue, ni siquiera con los niños que nacieron muertos
por obra divina, las madres tienen ese sentido para saber que no van a volver a
ver a sus hijos.
Pero ahora la casa esta vacía, tan solo
las moscas la visitan en alguna ocasión, no recuerda la última vez que vio a
sus nietos, tan solo Alfonso viene de vez en cuando, siempre solo, sin mujer y
sin niños, solo él. Se queda poco tiempo, come un buen estofado y se marcha, no
da tiempo de hablar, ni de sentarse en la vieja sala al lado de la chimenea,
todo va demasiado rápido piensa Aurora.
lunes, 14 de enero de 2013
HACES DE LUZ
Comenzamos la semana con una nueva historia, tras acabar el relato de Luis, esta semana conoceremos nuevos personajes que espero que os guste y os interesen. Para mi este es uno de mis mejores relatos así que espero que lo disfrutéis. Por cierto los cortes de los capítulos los he hecho un poco cuadrando pero no son así en el original, por lo que no hay cliffhangers como en el anterior texto...
HACES DE LUZ (1ª Parte)
Haces de luz entraban en la oscura
habitación, los muebles de madera comenzaban a iluminarse y los grandes
bodegones que cubrían las paredes se clareaban poco a poco.
En la cama Aurelio se desperezaba, los
viejos dedos frotaban sus ojos cubiertos por legañas, Aurora no lo perdía de vista, soportaba inmóvil
los bruscos ademanes de Aurelio y tan solo observaba. Miraba aquella nuca que
le había acompañado los últimos sesenta años de su vida, ¡sesenta años! Se habían
conocido siendo ella una niña y ahora mírenla, una anciana a la que le costaba
bajar a la cocina de la vieja casona.
Aurora recordaba aún cuando conoció a
Aurelio, tenía dieciséis años y era el chico más guapo del pueblo, el pelo
rubio, ahora canoso, y unos ojos claros que volvían locas a todas las
chiquillas, esos ojos, ahora cubiertos de legañas y con principio de cataratas
que aún la estremecían. Y es que Aurora amaba a Aurelio, le amaba desde la
primera vez que le vio y siempre supo que él sería el hombre con el que se
casaría y con el que tendría su camada.
Aurora era una mujer bella a su manera,
menuda, morena, con unos ojos pequeños y oscuros que denotaban su curiosidad
acerca del mundo. En un principio Aurelio no sabía de su existencia, era una
niña siete años menor, pero poco a poco, aquella niña se las apaño para
adueñarse del corazón del joven galán.
En aquellos años el pueblo estaba lleno
de vida, una pequeña carretera les unía con la capital y las granjas y tierras
de cultivo disponían de gran cantidad de trabajadores. Nunca fue un pueblo
grande, pero se respiraba vida, los mozos y mozas de otros pueblos iban a las
verbenas y los días de mercado costaba caminar por la Calle Mayor. Poco a poco
el pueblo, al igual que los lugareños fue envejeciendo, los hijos de los mozos
y mozas que antes bailaban marcharon a la capital y los jóvenes se convirtieron
en viejos y los viejos en lapidas de cementerio. Ya solo quedaban Aurelio y
Aurora, sus hijos se habían marchado años atrás, y tan solo ellos daban vida al
pueblo, tan solo ellos caminaban por sus calles, tan solo ellos respiraban su
aire puro, el pueblo se convirtió en su casa y ellos en sus propietarios.
jueves, 10 de enero de 2013
LAGRIMAS SOBRE TIERRA REMOVIDA
Lo primero pedir disculpas, lo siento, lo siento, lo siento, pero entre las navidades, los turrones, las copitas de más, los excesos, el trabajo y demás no he tenido tiempo para nada... en serio no me odiéis pero lo he logrado hoy se publica el capítulo final. Y el lunes que viene comenzamos una nueva historia con nuevos personajes que creo que os va a gustar más que esta y lo mejor de lo mejor ya esta concluida por lo que no habrá tiempos de espera tan largos... Para que veáis que pienso en todo os dejo los enlaces a los capítulos anteriores por si queréis hacer memoria. Espero que os guste y de nuevo lo siento...
LAGRIMAS SOBRE TIERRA
REMOVIDA (Capítulo 4 y Final)
La realidad se hace latente para
Luis en los ojos ansiosos de la joven. Ella espera que él hable, que sea el
hombre del que tantas historias su madre le contaba, el famoso escritor, el autor de aquellas cartas de amor que ella había releído cientos de veces siendo niña.
Aquellas cartas que le habían hecho sentir y esperar ser ella algún día la
protagonista.
Pero Luis permanece inmóvil, nada queda
de su fiereza, en el cementerio su personalidad ha vuelto a cambiar, de nuevo
es el crío de 18 años que cambiaba de ciudad, de nuevo le cuesta entablar una
conversación, ha perdido su seguridad y tan solo desea poder marcharse cuanto
antes .
Anya nota su miedo, siente la
incomodidad del hombre y no entiende como es posible que este sea el seductor,
el novelista galardonado cuya prosa logra que todas las mujeres del mundo
desearan poseerlo.
Se miran, el silencio lo cubre
todo, ella con firmeza se acerca le da dos besos y se marcha. Luis no logra
despedirse, no logra darle el pésame, no puede decirle lo importante que era su madre para él, no logra decirle nada. Poco a poco se va
quedando solo, sus viejos amigos se despiden, prometen verse pronto, pese a
saber que la próxima vez será en circunstancias similares. Luis se queda, tan
solo la brisa que mueve los cipreses le hace compañía, la mirada fija en la
lápida. Quiere decir algo, despedirse de Silvia pero tan solo una lagrima
recorre su cara hasta caer sobre la tierra removida...
De nuevo el tren, el bamboleo, el
ordenador sobre la mesita, esta vez tan solo un documento en blanco ¿su próxima
novela?, la joven azafata que lo mira y Luis con su sonrisa picara concierta la cita en el baño del vagón.
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